Badaq by Carlos Bardem

Badaq by Carlos Bardem

autor:Carlos Bardem [Bardem, Carlos]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-09-14T00:00:00+00:00


* * *

Mi amigo Fernando, mi valiente pero tan débil camarada. ¿No te acuerdas? Sé que no te hemos contado lo que pasó. Nada, y que sin relato desde el que partir, esto pasó, esto se hizo, es imposible caminar hacia delante, esto haré, esto diré. Yo siempre fui más de hacer que de pensar. ¡Quien piensa, pierde! Alguna vez me lo reprochaste en el pasado, chapoteando en sangre y barro en Flandes.

—Pero Rodrigo, ¿tú nunca dudas de lo que hacemos? ¿Hay nobleza en estas carnicerías?

—Fernando, ¿a qué torturarse? No olvido que los que nos mandan a la muerte, a acuchillar o a morir, a arrastrarnos por el barro sujetándonos las tripas o intentando volver a su sitio un miembro arrancado, son los que viven en palacios.

—¿Y entonces qué hacemos en estas tierras degollando pobretones?

—¡Mejor ellos que yo! Y nunca nos enseñaron a hacer otra cosa. Somos diestros en ello y no concibo oficio más honroso.

—En verdad que me asustas, Rodrigo.

María, esa mujer que has llevado contigo por campamentos, reales y presidios, ahora galeones, tiene el mal hábito de pensar y ella ha alimentado en ti tan peligroso pasatiempo. Hemos cambiado tanto, amigo. Ya nada es como cuando aún éramos mozos y creíamos poder elegir nuestras vidas, cambiarlas viajando aquí o allá. No como ahora, que seguimos yendo al fin del mundo por huir de lo único que no podemos cambiar, nuestras vidas.

Y ella, su presencia aquí, ha sido la semilla de todas las discordias, hermano. Aunque bien sé que nunca lo reconocerás. Por ella empezaron marineros y soldados a poner en cuestión tu autoridad, tu capacidad para mandarlos. Amén de tus dudas con aquel polizón, que yo creo que ahí comenzaste a no regir. Creí que habías vuelto en ti cuando mandaste decapitar a aquel hidalguillo descontento y ahorcar al par de villanos que lo seguían. Todo el mundo aprobó tu sentencia y la consideración al ejecutarla. Y es que, polizón aparte, empezaste, empezamos bien, que justo a la vista de las primeras islas topamos con una nao holandesa y le dimos lucida batalla. El vigía gritó «¡vela!», y nos asomamos todos a la toldilla; vimos que solo era una nave. Longoria dijo uno de sus dichos frotándose las manos:

—Barco a la vista, pólvora lista. Barco cercano, balas en mano.

Luego añadió que si queríamos especias ahí teníamos las primeras, que esos ladrones herejes solo se llegaban a este mar por robarlas. Con nuestros galeones navegando al pairo, llamaste a consejo en la toldilla del San Isidro e hiciste venir a Olmedo desde el San Luis. Al principio no tenías claro si atacar. «Nuestra misión no es combatir piratas, señores, sino navegar más allá del Maluco a descubrir y conquistar. Además, llevamos a mucha gente enferma. ¿Qué haremos con ese barco y su tripulación caso de vencerlos? No puedo prescindir de nadie para que lo lleve como presa a la Nueva España». No te faltaba razón, pero Longoria, Olmedo y su maestre, amén del piloto Lorenzo, protestaron y dieron sus



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.